29/7/13

Tema 4 - Egipto un arte en piedra para los muertos



Egipto, situado en el nordeste de África, es una tierra sin apenas lluvias, que sería un gran desierto si no estuviese atravesada por el río Nilo, un gran eje que recorre el país de sur a norte, y cuyo cieno y agua son fuente de vida. De ahí que el historiador griego Herodoto afirmase que «Egipto es un regalo del Nilo». En este valle tuvo lugar en la Antigüedad una floreciente civilización, la egipcia, en la que se llevó a cabo un complejo y original universo artístico, cuyas manifestaciones más espectaculares son, sin duda, las colosales pirámides.

Los orígenes de esta civilización, que se desarrolló a lo largo de unos tres milenios, se remontan a fines del IV milenio a.C. La historia del antiguo Egipto se divide en diversos períodos: Imperio Antiguo, Medio y Nuevo, durante los cuales se sucedieron treinta y una dinastías, según la lista de faraones de Manetón, un sacerdote egipcio del siglo III a.C.  El Nilo posee un gran caudal gracias a las intensas lluvias tropicales que riegan sus fuentes, en el sur, durante los meses de verano. En el resto del país las lluvias son escasas y no posibilitan las cosechas. Durante el estío se produce una crecida sorprendente de las aguas, que sobrepasa el lecho del río inundando las márgenes. Desde septiembre las aguas empiezan a decrecer de forma paulatina hasta el mes de abril. Al retirarse las orillas del río quedan cubiertas de un limo fértil que propicia los cultivos. La crecida y posterior inundación del Nilo -que se repite sin fin desde la Antigüedad- se convierten, así, en el acontecimiento más importante y esperado del año. De esta forma, las tareas agrícolas de siembra y recolección se ajustan a los ciclos del río, forjándose la idea de una zona de tierra «negra» fértil, la de los depósitos del río, y otra zona de tierra «roja» estéril, la del desierto. Este ciclo regular del río fue la referencia más importante de la cultura egipcia, que muy pronto se identificó a la epopeya mítica de Osiris. Cada año la crecida del Nilo fertilizaba la tierra y cada año se retiraba dejando sus campos vacíos, un ciclo que se repetía con una frecuencia y puntualidad asombrosa en el que la tierra nacía y moría, de la misma manera que Osiris, dios de la fertilidad, se enfrentaba con Seth, dios del desierto, para morir en sus manos y volver a nacer indefinidamente.

La medida del tiempo era indispensable en una sociedad agrícola que debía prevenir las cosechas. Así fue como se consolidó una autoridad capaz de prever exactamente la crecida del río, para aprovechar mejor sus aguas, y se organizó el primer calendario, que fijaba en trescientos sesenta y cinco días la periodicidad de la crecida. La cultura egipcia hizo del Nilo su referencia básica. El río era la fuente de vida que no tenía principio ni fin, el eje que separaba el mundo de los vivos, situado al este, del mundo de los muertos, al oeste. El Nilo era además el medio navegable que facilitó la comunicación entre zonas alejadas, propiciando una organización unificada.

El poder y la organización social en el antiguo Egipto
La vida del rey (faraón) estaba regida por un ceremonial fastuoso. Era la encarnación suprema del dios. La idea cosmogónica de la creación, mediante la intervención de un espíritu que ordenaba la materia, fue transferida al faraón, quien personificaba el orden del cosmos frente al caos. El mantenimiento del ciclo vital, entendido como una sucesión temporal repetida hasta el infinito, quedaba garantizado por el rey. Con cada nuevo reinado empezaba el «año uno», un nuevo período que restauraba tres acontecimientos fundamentales: el restablecimiento del orden, el triunfo de Horus sobre el enemigo y la unificación de los dos Egiptos. La sociedad estaba organizada de forma jerárquica y compuesta por diversos grupos. La nobleza, altos funcionarios de la administración y sumos sacerdotes percibían rentas en especies y gozaban de los favores de una vida cortesana. Además, eran los dueños de las tierras. Constituían la oligarquía gobernante y podían garantizarse una resurrección, gracias a la construcción de lujosos sepulcros. Ocupaban un rango inferior los funcionarios subalternos, los técnicos, los escribas, los sacerdotes, los superintendentes, los obreros especializados y los artesanos. El nivel social más bajo estaba compuesto por los campesinos. Existían, por último, diferentes formas de servidumbre, que limitaban la libertad individual. Una práctica normal, realizada bajo contrato, era la servidumbre de una familia completa comprada para el servicio de una casa noble.

La religión en el antiguo Egipto
La religión egipcia se basaba en la observancia de unos ritos de culto a los dioses y en la fe absoluta sobre la eficacia de los mismos. La doctrina importaba menos y ni siquiera estaba compendiada en un dogma sagrado. Lo definitivo era la liturgia en torno al panteón, cuyos dioses eran los propietarios absolutos de la tierra de Egipto. También tenía un carácter práctico-mágico que satisfacía la necesidad de emplear los poderes superiores al hombre en beneficio de unos fines temporales concretos. A lo largo de la historia de Egipto, la elaboración del pensamiento teológico y mitológico adquirió una gran complejidad, ya que unas ideas se sobreponían a otras, sin que una nueva argumentación invalidase las precedentes.
Los sacerdotes eran quienes organizaban la práctica de los ritos, los oficiantes del culto

Los dioses egipcios
Los dioses surgen de un espíritu ordenador que les da la vida y esta idea se aplica a todas las manifestaciones de la naturaleza. Este dios a quien se atribuye la fuente de toda vida es Ra, el Sol, quien controla el ciclo del río Nilo. Osiris es el dios que asume el ciclo vital de nacimiento, muerte y resurrección. Siendo en un principio el dios de la vegetación, fue asesinado por su hermano Seth, personificación del desierto, quien, envidioso de su prosperidad, lo despedazó. Pero Isis, esposa y hermana de Osiris, tras una larga búsqueda y la realización de prácticas mágicas, reconstruyó el cuerpo y le devolvió la vida. Una vez resucitado, Osiris fecundó a Isis, sin intervención carnal, dándole un hijo: Horus, el dios con cabeza de halcón. Este luchó contra su tío Seth, venciéndole y restituyendo el poder sobre todo Egipto. Con la adopción de este mito, los reyes se consideraron hermanos de Horus, descendientes directos del dios y con poder vitalicio sobre Egipto. Osiris se convirtió en el dios de los muertos, ya que representaba el Sol poniente y su reino se situaba en el oeste del Nilo. Durante la noche moría para volver a nacer. Horus era el Sol naciente. El culto a Osiris se difundió desde los inicios del período histórico y más tarde alcanzó una gran aceptación popular. Osiris fue el dios más próximo y accesible a los hombres sin rango divino. Éstos podían disfrutar de un más allá similar al del rey a través de la figura de Osiris.

La muerte en el Egipto antiguo estaba considerada como un pasaje hacia una segunda vida y esto le daba un sentido positivo. Tras ella, el espíritu entraba en el mundo cósmico, un más allá eterno e inmutable. El ser humano estaba compuesto por un soporte material, el cuerpo, al que están ligados elementos inmateriales: el ba, que corresponde al alma o a la personalidad, y el ka, o doble de la persona, idéntico a su cuerpo pero sin forma material. Para representar a un dios o a un faraón con su ka, se reproducían dos figuras idénticas cogidas de la mano.
El espíritu tomaba la forma del cuerpo difunto y convivía con él hasta volver a integrarse en el universo una vez el cuerpo había desaparecido. Con una imagen o doble del difunto y a través de la celebración de un ritual, el ka pasaba a la imagen.
La muerte significaba la separación de estos elementos y, si el ser humano quería comenzar su segunda vida, era imprescindible que el cuerpo se reuniera con los elementos espirituales que le habían animado, el ba y el ka. Había, por tanto, que preservarlo a la hora de su muerte; de ahí la importancia de los ritos funerarios y de los lugares de enterramiento como moradas imperecederas. Los rituales de momificación e inhumación eran más importantes, incluso, que la propia existencia, dado que el otro mundo se imaginaba como un lugar de renovación de la vida terrenal, adquiriendo así una importancia primordial.  Para garantizar la continuidad en la otra vida se debían construir tumbas seguras en las que habitaría el espíritu de los difuntos, a quienes había que asegurar el mismo bienestar que habían disfrutado en la vida terrenal. Para ello se depositaba un rico ajuar y se realizaban ofrendas de alimentos, de las que se ocupaban los vivos. Los alimentos eran indispensables, pues si faltaban el alma tenía que vagar en su búsqueda.

El arte antiguo egipcio se divide en diferentes periodos que determinan la historia del arte de una de las civilizaciones más importantes de la humanidad.

El periodo prehistórico o Periodo Predinastico (4.500 -  3.100 AC)
Alrededor del año 3000 a.C. se produjo en el antiguo Egipto el paso de la prehistoria a la historia, con el desarrollo de una serie de importantes cambios, tales como el nacimiento de la escritura, la mejora del sistema de riego, que comportó cosechas más abundantes, y la unificación política del país, con la fusión del Alto y Bajo Egipto. Generalmente se identifica a Narmer con el legendario Menes, que según la tradición se convirtió en el primer faraón de Egipto. El rey Menes, procedente del sur, estableció la capital en una ciudad de esta zona, en Tinis, por lo que las dos primeras dinastías se denominan tinitas. El periodo dinástico temprano fue un tiempo de experimentación que determino la evolución de las convenciones artísticas y religiosas de Egipto, el desarrollo de una incipiente escritura jeroglífica, y primeras construcciones, Mastabas, que era una tumba cuadrangular cuyos muros exteriores están inclinados en talud tomando la forma de una pirámide truncada. Bajo tierra se encuentra la cámara funeraria en la que se depositaba el cadáver momificado.
 
Periodo arcaico o Primeras Dinastías (3.100 – 2.650 AC)
Se conoce también este período como Naqada I, II, III

El Imperio Antiguo (2.650 – 2.150 AC)
El Imperio Antiguo es una fase importante en el desarrollo político y cultural de Egipto. Casi cinco siglos de progreso continuos, logran la fundación de una de las culturas más influyentes del mundo antiguo. Es durante este periodo crucial que la escritura jeroglífica alcanzó un nivel razonable de sofisticación y las técnicas artesanales lograron un nivel alto de profesionalismo. El sistema de escritura egipcio comprende tres tipos básicos de escritura: jeroglífica, hierática y demótica, esta última corresponde al periodo tardío del antiguo Egipto. Se caracteriza por el uso de signos, cuyo significado se conoce gracias al desciframiento de los textos contenidos en la Piedra Rosetta, que fue encontrada en el siglo XIX, sobre la que está grabado un decreto en tres tipos de escritura: jeroglífica, demótica y uncial griega.

Durante el Imperio Antiguo el Rey Djoser, construye la pirámide de Saqqara, es el primero y más famoso rey de la tercera dinastía.  Es en este periodo que se establecen los canones artísticos que duraran más de tres mil años. Los trabajos de Keops, Kefren, y Micerino, la creación de las tres pirámides en Giza representan la cresta de logros en el campo arquitectónico. Un gobierno centralizado fuerte, así como un majestad divina caracteriza este periodo, pero hacia el final del periodo, la autoridad central se desintegró y el país entró en un estado de declive rápido.

Primer Periodo Intermedio (2.150 – 2.030 AC)
El poder del imperio esta disminuido por la división, el país es regido por dos dinastías una al norte con sede en Heracopolis y Tebas en el Sur.

El Imperio Medio (2.030 -1.640 AC)
El re-establecimiento de una sola administración para el país entero se logró con Mentuhotep II. El Imperio Medio era un periodo de reavivamiento del carácter egipcio se establece la capital en Tebas. Posteriormente los reyes de la undécima dinastía pudieron ejercer el mando sobre la tierra y localizaron su capital en Ist-Tawy (cerca a la moderna El-Lisht) Los reyes de la duodécima dinastía promovieron el desarrollo económico y político, el comercio egipcio floreció, y un sistema elaborado de irrigación fue establecido de nuevo. 

Segundo Periodo Intermedio (1.640 – 1.550 AC)
Una vez más Egipto es regido en el norte y el sur por dinastías diferentes.

El Imperio Nuevo  (1.550 – 1.070 AC)
Es durante este periodo que Egipto alcanzó el cenit de su gloria. Las inmensas expansiones militares ambos en Asia y el Sudán fueron emprendidas por los gobernantes egipcios.  Tutmosis III estaban entre los pioneros en el campo militar. El grado de refinamiento de esta edad se manifiesta claramente en la herencia arquitectónica. Bajo el gobierno de la reina Hatshipsut, el reavivamiento artístico empezó. Los monarcas reinantes de este periodo mostraron un interés genuino por el arte y la arquitectura. El arte proliferó, enriquecido por influencias asiáticas, con hermosas manifestaciones de pintura mural. La actividad arquitectónica recibió un gran empuje como consta en el templo de Amón, en Karnak, y en el templo de Luxor. Akhenaton, el Faraón hereje, alcanzó la cresta de innovaciones con lo que se llamo el naturalismo de Akhenaton.  Ramsés II, fue un faraón imperial emblemático. Más que por sus conquistas territoriales, se le conoce por las abundantes construcciones colosales que legó a la posteridad, como el templo de Amón, en Karnak. Ramsés III, de la XX dinastía, es el último faraón relevante del Imperio Nuevo. El Mediterráneo Oriental se hallaba sometido a las incursiones de los aqueos que llegaron a Egipto por el norte, desde el mar. Aunque los rechazó, sin embargo, no pudo impedir la pérdida de la zona costera de Fenicia y Palestina. A partir de entonces empezó un período de anarquía y desunión, sucediéndose los faraones ramésidas e iniciándose una nueva etapa intermedia, que se prolongó durante cuatro siglos.

Tercer Periodo Intermedio (1.070 – 712 AC)
Las dinastías compiten de nuevo y pequeños estados o unidades políticas dividen al imperio en fragmentos.

Periodo Tardío Dinastía 25 a la 30 (712 – 332 AC)
Comienza el decaimiento final del imperio y es diezmado por las invasiones de pueblos extranjeros como los asirios.


LECTURA SUGERIDA

“La situación del artista y la organización del trabajo artístico en Egipto”. Hauser, Arnold. Historia social de la literatura y el arte I. Paginas 46 - 68.  Link al Libro Digital

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